domingo, 12 de mayo de 2013

Un mes sin el ídolo.

Sabado 11 de mayo del 2013. Son las 14.25 hs y me encuentro con una mujer desgarrada, ahogada, superpuesta con la soledad y la tristeza. La puerta principal del cementerio de Lomas es el lugar del encuentro. Hay un par de testigos (parientes) pero con el alma aunque triste tambien, un tanto mas fortalecido por la distancia y la situación. La mujer se quiebra, me abraza y el amplio silencio que se produce entre los dos nos llena de congoja. La angustia se apodera durante un instante del aire del lugar y los nubarrones de la desgracia hacen de la tarde diafana y soleada una noche de grandes nubarrones y frios ventarrones. La miro a los ojos y descubro un brillo que antes no lo habia notado, un color especial y sobre todo, un dolor que no tiene palabras. Un pequeño ramo de claveles blancos y rojos en su mano aguardan a ser parte de la ceremonia que tantas otras veces hemos realizado en nuestras vidas, y sin embargo esta vez hay algo diferente en mi garganta y en mi estómago. Ya no hay simples mariposas y grandes burbujas de aire que nos impiden hablar o respirar o hasta en algunos momentos... pensar. Hay incomodidad, hay estupor, hay oscuridad. Entramos al cementerio tratando de recorrer un camino que supuse seria de facil resolucion y, sin embargo, en un par de metros recorridos nos encontramos perdidos. La angustiada mujer no se reconoce en ese sitio y desconoce el camino hacia la sepultura que vinimos a visitar. Ayudo un poco, simplemente por azar o tal vez por innata ubicabilidad, y asi diviso a escas distancia un sepulcro preparado hace muy poco, pero desde hace un mes abandonado. La lluvia de la noche anterior ha hecho su trabajo de la mejor manera y el barro ha ganado los alrededores y se ha desparramado, procurando que nadie pueda acercarse con facilidad sin riesgo a caerse y por supuesto, terminar como si hubieramos tenido que sacar de un arroyo un auto empantanado. Trato de imaginar la tumba de mi ídolo, aquel que he venido a visitar para tratar de escribir el mejor articulo que pudiera, y pienso en todas esas cosas que me han acercado hasta aquella situacion, hasta aquel momento en mi vida. Me acerco al lecho del cuerpo difunto, y alcanzo a distinguir una cruz de madera de pino, relativamente bien armada y cepillada, y saludo apenas veo el nombre "Jose Luis Sánchez" con un : "Hola viejo... mira donde estas!" Llamo con unas señas a la mujer que fuera su compañera durante 43 años y antes que ella llegue al lugar, me inclino a decir lo que no tiene palabras, a pensar en lo que no creo y sobre todo... a llorarte viejo! con lagrimas, hasta que la vieja llegue aca al lado, como hago siempre, como cada dia, como vos me enseñaste! TE EXTRAÑO PA!

1 comentario: